Fantasmas



Me está cansando esta resaca. Aunque siento que es muy necesaria, a veces también me hace daño. Lo cierto es que es muy curiosa, divertida y un tanto extraña si lo quiero así. A veces ya no quiero estar así, quisiera encontrar la forma de alcanzar mi equilibrio personal. Estoy seguro que lo lograré. Es más, ya está decidido.

Hay una inconformidad en mí increíblemente añeja, parece que llevara sobre mis hombros algo así como el pecado original, no me agrada eso, tampoco quiero sentirme tan importante. Es por eso que a menudo no me gusta tomarme el mundo muy en serio. Y sí, puede sonar a muy flojo y a muy posero, o alguien puede burlarse y con razón decirme figurita repetida, pero en cierta forma me siento bendecido por eso. No me interesa ser como los demás. Existe tanta gente falsa, que vive engañada. Yo no quiero parecerme a ellos. Definitivamente no.

Por eso -calma, si mantienes la boca cerrada vas a estar bien- me digo, ¿Podría extrañar algo que nunca fui? -hablo de la simplicidad-, no lo creo. Pero podría colocarla en mi agenda como una meta existencial, oh si. Claro, si ese fuera el caso. Lo cierto es que adoro este conflicto interno, pasajero, porque me da la oportunidad de conocerme más. No es fácil enfrentarse con los fantasmas que uno ha desarrollado desde la niñez. Creo que hay que tener valor para eso, porque es difícil salir ileso de esa travesía. Por eso necesito a menudo olvidarme de quién soy y confundirme entre la gente, necesito el misterio de ese no se qué que tiene el artificio del escape. También sé que son a estas alturas cuestionables hábitos que ya no necesito más y quiero dejar de lado, en un entrañable rincón de mis recuerdos.

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