Lo grande que nuestra conciencia, hace de los problemas.

¿Nunca te ha pasado que te sientas en alguna banca o asiento de turno sin importar el lugar, que a pesar de estar al aire libre piensas dentro de ti y te sientes como en una caja de fósforos mientras la gente camina, pasa el tiempo, el mundo respira y tú? …


Frustrado, con el cerebro en contra pique y con la impaciencia y desesperación a cuestas; sientes que quieres y necesitas tranquilidad pero no la encuentras, pasa por enfrente de tu mente el sentimiento de culpa y la tristeza envolvente de la cruda realidad sacándote la lengua, gritándote y recordándote lo estúpido que eres y lo mas idiota que puedes ser por quedarte ahí sentado, esperando que te trague tu propio problema o con la esperanza que la ayuda pronto llegara sin ser consiente de que jamás habrá esa mano extendida solucionando TU problema.

Y ¿sabes porque?... Pues porque al igual que tu hay miles, cientos de millones de idiotas mas en el mismo instante y en la misma posición que la tuya, pero con la diferencia de que su problema es cientos de miles de veces más grande y más grave que el tuyo, del cual te apuesto que si te detienes un segundo en analizar lo estoy convencido y totalmente seguro de que la vergüenza que sentirás por haber estado como estuviste horas de horas y que después de sin exagerar haber pensado hasta en morir, no será la suficiente para no perdonártelo por el resto de tu vida.

Si, si para esas alturas te habrás dado cuenta de que todo el tiempo que perdido por estar sentadote y sin hacer nada pues nadie te lo devolverá, pero; ahora sabiendo que existen muchas otras personas frustradamente peores que tu, y claro ni intentes hacer un nuevo teatro por el tiempo perdido, sino has todo lo contrario se consiente y empieza ya a preocuparte del que perderás en adelante.

Las cosas más simples y sencillas de la vida son aquellas que tontamente las tomamos como adversidades supremas, apresurándonos a vivir, pensar y sentir por la calentura del momento; tal vez si tomamos un poquito de esa calentura, la mezclamos con mucho café y agua demasiado caliente; agarramos una silla y nos sentamos a pensar [mientras tomamos el cafecito], en cuantas de la innumerable cantidad de personas hay en este mismo lugar, con una lista de problemas más grande que lo que la mente puede imaginar; supondría entonces que tendremos café por el resto de nuestras vidas…

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