¡La conoció sin conocerla!



La encontró nuevamente marciana, y es que siente haberla extraviado en el camino. Ahora reaparece en otro cuerpo, figura destellante alisándole la voz. Siempre tan bella y cada vez más perfecta su sonrisa, sin perder un solo latido de esa pasión.

Está sorprendido por el nombre que llevas. Y cuando dices que las casualidades no existen... tiembla al escucharte. Entonces se pregunta si todo en realidad tiene un sentido oculto, como los dioses de tu mística, en las canciones, cazadores a media luz de sus mentes.

Te mira como si ya te conociera; todavía reconoce tu rosada candidez. Muñeca de marfil tornasolada con sus sueños, eres musa que renace para sus sentidos una y otra vez.

Arrebatándole toda noción del tiempo, eres más rápida que él en el lejano aliento. Y cuando repites que las casualidades no existen... destruyes para siempre el disfraz de bufón de sus cuentos.
 
Sin extrañarte de su melancolía, la entiendes, y sabe que sólo puede creer en ti. Dile entonces marciana, qué es lo que conoces tú de él.




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