Entre vidrios y kimeras


Sin embargo un día al despertar, miró de reojo hacia su costado y encontró el vacio inmenso de un infinito abismo creado por la ausencia de una sombra, sombra que estuvo ahí por largo tiempo, sombra que un día ingratamente desapareció.
Lleno de dudas empezó a hacer preguntas, preguntas vagas, preguntas di variantes, preguntas que trastocan su mente, preguntas que en un instante te llenan de insólito desconcierto y te sumergen en un desolado laberinto.
El sentir la necesidad de saber que tan buena fue su decisión, sabiendo que la respuesta la tiene en sus manos lo sumergen en un confuso debate, interminable y utópico, desconsolado por momentos; entonces toma riendas de su camino y chaqueta puesta se enfila hacia esa calle, aquella calle vacía por la que siempre se cruzo con esa sombra, aquella calle que se quedo llena del silencio de la soledad.
Entonces meditabundo y caminante, con paso firme emprende el viaje, y casi con la esperanza decreciente entre el tumulto continuo de gente, un instante perpetuo (aquella sombra ausente). Un pequeño destello de luz, el suficiente como para dejar marcada el alma, para dejar paralizado en la mitad de la vereda sintiéndose a contracorriente de todo, sin tener la más remota idea de que hacer o decir; mientras se llena la cabeza de recuerdos.
El caso es que no sabe si está seguro de que ese destello de luz, sea la misma sombra ausente por la que emprendió la búsqueda. Atónito y consternado en medio del desconcierto del no saber si confunde la realidad con el deseo se acerca a ella, apareciendo y desapareciendo; quizá sea ella, o a lo mejor no, a lo mejor deseó verla tanto que la inventa entre la gente.
Sin la urgencia de decir algo importante, tal vez solo para preguntar qué fue de ella, que fue de ellos,  que fue de él; quizá para recuperar algún retazo, o tal vez para verla sonreír. Entonces ya frente a ella con la ilusión a cuestas y extraño temor se impulsa con aliento desde el fondo del alma y con un simple se ha equivocado, todo se derrumba frente a él; todo termina por convertirse en un abismo, todo lo imaginado quedo en el aire  y solo queda continuar el camino.
Algún día quizá no muy lejano, quizá no muy vago; la historia cambiara, un día el muchacho caminara y se acercara a ella, ella correrá hacia él, el tiempo detendrá sus susurros, la gente se detendrá, el efusivo sonido de los autos dejara de sonar, en un instante el sol brillara y todo, todo en esta historia cambiara.


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