Tal vez... despues de todo.

Sentí y recordé el sonido sigiloso del odio implacable y del amor fiel, el silencio del desprecio o de la veneración; el del consentimiento y también el de la desaprobación. Pues la naturaleza es tan pero tan ciclópea que, es capaz de crear en un mismo silencio la más grande admiración o el más terrible desprecio.

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